sábado, 11 de agosto de 2007

Tirando cintura


Siempre es difícil empezar a hacer, sobre todo cuando tu empresa es arriesgada y costosa: te arriesgas porque te expones y te cuesta porque es complicado ordenarte, dedicarte y sacar lo de adentro. Pero este hacer ahora se ha tornado decisivo, casi, casi, en una necesidad.

Este ha sido un año complicado. Los que me conocen y me quieren bien, dirán que hace tiempo ando con el mismo cuento, que hace dos años que estoy así, que lo que tengo es puro desgano y flojera de enfrentarme a la vida, y probablemente (también) estarían en lo cierto. pero a veces –sólo a veces– esta explicación puede quedarse en lo simple y no dejarte ir más allá. Y no permitirte, por ejemplo, descubrir que lo que le falta a tu vida es encontrar algo que te apasione, algo que te haga feliz.

Más allá de todo, la situación ahora es clarísima: tengo 25 años, vivo aún en la casa de mi madre, ya no voy al estadio todos los fines de semana (cosa que solía alegrarme bastante), no tengo trabajo y los ahorros se van diluyendo, no tengo novio y, la cereza del helado, no podré aún terminar la universidad. Perfecta coronación para dos años de mierda (Acotación: ver la situación así, escrita y descrita, ya no provoca tantos escalofríos como tenerla dando vueltas en la cabeza. Es que la palabra hablada -o escrita, da igual-, desde su composición, ya está ahí, afuera tuyo. Y por lo tanto, se convierte en real. Así que sólo toca asumirla. Y empezar a enfrentarla, lo más alegre y elegantemente posible).

Son pocos los que conocen el detalle de cómo he llegado aquí. Ya tendré tiempo para sentarme y contarles qué es lo que me ha pasado. Por el momento, sólo puedo decir que me es muy difícil describir esta sensación. Yo suelo tener problemas con eso. Con la descripción de las sensaciones. A veces me siento ‘puaj’ (Roberto, después de muchas lunas, ya entendió que significa eso), otras veces estoy ‘ahí’, y otras sólo ‘estoy’. Hace meses, para el curso de Periodismo Deportivo, con el adorable Renato Cisneros, el famosísimo busconovia, tuve como tarea constante la lectura de diarios deportivos. Y encontré que una frase se repetía en varias notas y logró llamar mi atención: tirando cintura. Buscando el significado de esa frase en Google, encontré una página que decía: “En el Perú se usa cuando nos referimos a que algo quedó inconcluso, sin terminar".

Sin embargo, yo sólo podía imaginarme como un jugador de fútbol: me veía sudando sobre el lateral derecho, tratando de detener a Messi luego de una de esas corridas diagonales con las que sube al área rival. Y finalmente me veía caída en el suelo, luego de que “La Pulga” me engañara, y terminara cambiando de pie para ejecutar un estupendo y efectivo remate. Golazo. Si pues, siento que la vida, así como Messi, me ha dejado tirando cintura. Lo único que me queda es enfrentar la situación: pararme del suelo, limpiarme el uniforme, ver a Messi reir festejando el haber anotado, levantar la cabeza y prepararme para la próxima jugada. Para quitarle la pelota la próxima vez que se acerque. Llevarla hasta la cancha contraria. Y si puedo, meter un gol.

El Poeta me decía hace unos meses que andaba buscando comienzos. Eso me hizo pensar en que lo que yo buscaba eran finales. Me fui a visitar a la Virgen del Carmen, en Paucartambo hace casi un mes y encontré mi final (pero es una historia que merece otro momento). Y este, ahora, es mi comienzo.

2 comentarios:

Franco man dijo...

Somos varios los que andamos tirando cintura. Casi todo el tiempo en realidad jajaja

Saludos!

Franco

Kantu dijo...

A veces sabes lo que tuviste que hacer cuando ya hiciste lo equivocado.