martes, 25 de diciembre de 2007

mi gata


esta es la tercera navidad que paso con Maja.

ella llegó a casa una atareada noche de octubre, en medio de una mudanza rápida y algo sorpresiva. talía se mudaba a una casa en la que vivía un celoso perro, que no quería que ninguna otra mascota la compartiera con él. como Maja y yo ya nos conocíamos y nos teníamos cariño (nos gustaba dormir juntas), le ofrecí mi casa como su nuevo hogar.

las dos primeras noches se la pasó metida en un rincón, sin moverse mucho. miraba toda la casa desde una esquina escondida entre los cojines de la sala. ni siquiera tenía muchas ganas de comer. luego, poquito a poco, se fue soltando. he hizo de esta casa su territorio completamente: las escaleras, mi cuarto, la sala, la cocina, el baño y la tina, hasta el cuarto de mi mamá.

en estos tres años nos hemos querido y nos hemos peleado. nos hemos engreído y nos hemos acompañado. hemos sobrevivido juntas conatos de fuga, caídas desde el tercer piso, pérdidas de dientes, vacunas, antipulgas, celos madrugadores y escandolosos, noches sin dormir. me es difícil imaginarme estos días sin Maja. me gusta verla esperándome en la ventana cuando llego a casa. me gusta sentir sus maullidos cuando me demoro en subir a saludarla. me gusta que se me acerque sigilosamente cuando estoy viendo una película y se acomode para verla conmigo. me gusta que se eche encima mío y con sus ronroneos, se robe mi tristeza.

pensé que si Maja supiera leer, le molestaría mucho entrar a mi blog y encontrar que he escrito sobre Dante (un gato surquillano que por estos días me ha robado el corazón) antes que sobre ella. debo reconocer que esa era la intención. así que cuando los gatos sepan leer, Maja sabrá que ella ha sido la primera.

te quiero mucho Maja.
miauuuuuu.

domingo, 9 de diciembre de 2007

domingo


desde que empezó, sentí que este sería un domingo diferente.

no me gustan los domingos. nunca me han gustado. pero ayer, desde las 00:00 horas, lo supe. este domingo sería la excepción.

la madrugada me condujo a casa, sin ganas de juerga ni de mayor diversión. disfruté de un sueño reparador. un esplendoroso sol y una gata ronroneando me despertaron por la mañana. unas ganas locas de arreglar mis cajones y de preparar jugo de frutas de verdad (los de cajita son de mentira) fueron la continuación de mi día. luego, una llamada inesperada.

creo que los domingos me joden por lo que espero de ellos.
hoy no esperaba nada y todo pasó.
hoy regreso.

(la foto es de Sally Mann, una fotógrafa a la que recién estoy conociendo. preséntame más jor)

domingo, 14 de octubre de 2007

unexpected



ayer, un amigo con el que años atrás compartí un beso, vino de sorpresa a mi casa.
fuimos a caminar.
puso mi mano en su frente.
y me dijo que estaba más linda que nunca.

¿será?

martes, 2 de octubre de 2007

Luciana, la ajedrecista

Hoy día pase por la plaza Esteban Canal, conocido punto de reunión de ajedrecistas en el centro miraflorino, buscando a Luciana. No sabía nada de ella hace tiempo y tenía ganas de verla. Me había dejado un comentario en la entrada anterior y, al saber que me estaba leyendo, tenía ganas de escuchar sus comentarios. Pero no la encontré.

Conocí a Luciana hace unos meses, cuando aceptó amablemente ser mi tarea en el curso de Periodismo Deportivo que llevé el ciclo pasado. Así que para que la conozcan, comparto ahora la crónica que escribí sobre ella. Con ustedes, Luciana Morales.

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CAPTURA DE DAMA

Confiesa sentir amor por el ajedrez, pero ahora una pequeña camarita de video se ha convertido en su nueva pasión. Como si sus logros en este deporte fueran pocos, es también una destacada alumna de Ciencia Política y encima, habla un poco de chino. Luciana Morales Mendoza, la pequeña gran dama del ajedrez peruano.



Luciana Morales Mendoza, Maestra Internacional y actual tricampeona panamericana, es quizá la mejor mujer ajedrecista de nuestro país. Carga a cuestas 20 campeonatos nacionales, igual que su edad, además de un sinnúmero de palmares internacionales. Ha sido la primera peruana en la historia en clasificar a un mundial de ajedrez y en estos momentos su principal objetivo es alcanzar las dos normas que le faltan para ser, igual que el gran Julio Granda, una Gran Maestra Internacional, último escalafón de la Federación Internacional de Ajedrez. Pero todo eso, ahorita, parece no ser tan importante. Se sienta al lado de un chico y le pregunta cuándo subirá al YouTube, portal web que se ha convertido en todo un síndrome entre los cibernautas, el video que acaba de grabar. “Es que hemos hecho un programa piloto”, me explica, “algo muy espontáneo, muy casero. Edmundo traía la cámara, se ponía a filmarme y yo hacía una especie de presentación de todo el ambiente ajedrecístico y las personas, los personajes. A veces yo cojo la cámara también y me pongo a filmar las partidas. Nos hemos dado cuenta de que así podemos conocer más de otros lugares de la escena ajedrecística, por ejemplo podemos ir a los clubes de ajedrez de las universidades o los que hay en el centro de Lima. En realidad, ya me están convenciendo de que podemos hacer esto para presentar al medio ajedrecístico y para hacerlo más popular”. Luego de que Edmundo le confirma cuando estará el video disponible en Internet, Luciana alborota al resto de sus camaradas, todos hombres y más allá de la base 5, al pedirles sus direcciones electrónicas. Todos los señores empiezan a buscar entre sus papeles en dónde es que apuntaron el “imeil” que cada uno se creó hace un tiempo, cuando fueron todos juntos a una cabina de Internet miraflorina. Un papelito empieza a circular con varias direcciones. Emoción pura.

Luciana es una dama que se mueve con frescura en un mundo lleno de hombres. Reyes o peones, da igual, hombres todos al fin. Pero eso no parece importarle mucho. Aprendió a mover las piezas desde muy pequeña, animada por su mamá, compañera fiel de sus noches ajedrecísticas, pero empezó a tomarlo más en serio luego de un taller que llevó cuando era aún estudiante de primaria. Su profesor fue el MI Mario Belli y probablemente lo más importante que le transmitió fue su pasión por el ajedrez. “Me quedaba los dos turnos del taller”, cuenta, “las otras chicas huían. Es que cuando vas aprendiendo con alguien que es mejor que tu, ganas más. Ahí me fui enganchando con el ajedrez”.

Después de ganar la Copa Omega -fenecido torneo escolar que congregaba alrededor de 300 jóvenes ajedrecistas cada año- en 1997, a los 10 años de edad, su carrera ajedrecística se fue para arriba. Asistió a su primer Campeonato Panamericano en Brasil, en el año 1999, luego de coronarse Campeona Nacional Sub-16 y Sub-18. No consiguió ningún premio, pero quedó sexta. “Para ser una chica de 12 años no era tan malo, no?”, me dice, acomodándose los lentes. Sin embargo, al año siguiente volvió a asistir y desde ahí, cada vez que ha ido a este tipo de torneos, ha regresado con alguna medalla.



Dama de Mundo

“A más grandes metas, mejores resultados”, es una frase que Luciana me ha repetido más de tres veces. Acostumbrada desde pequeña a competir con rivales mayores que ella, ha logrado entablar una gran amistad con la GM argentina Claudia Mora, primera mujer latinoamericana en conseguir ese título. Este año, luego de coronarse Campeona Sudamericana Sub-20 en la ciudad de Buenos Aires y además conseguir la norma para ser MI, se quedó entrenando con Claudia por casi dos meses y fue su mano derecha para varios torneos disputados.

En el año 2000, jugó un Panamericano Sub-14 en donde obtuvo la medalla de bronce. Pero lo más anecdótico de este torneo es que fue ahí donde jugó la partida más larga de su vida: después de casi 6 horas pudo derrotar a una ecuatoriana y pasar a la siguiente ronda.

En Latinoamérica, Brasil y Argentina han sido los países a los que más veces ha ido. Pero también ha ido a competir a España, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, Noruega, Azerbaiyán (en donde fue a jugar un mundial Sub-20 con sólo 16 años) y Rusia, en donde se quedó dos meses entrenando, gracias a un convenio entre el IPD, la UNMSM (su actual casa de estudios) y la corporación Backus, empresa privada que viene apoyando la carrera de esta joven trebejista desde hace varios años. “Me mandaban siempre una caja de cervezas, cada vez que regresaba de un torneo. Para que celebre, me imagino. Pero un día yo les dije: ‘no me manden cajas de cervezas, a mi lo que me gusta es la Guaraná’. Y desde ahí me mandan Guaraná”. Otra muestra más de que Luciana no es una muchacha común.

“El próximo mes voy a jugar el Campeonato Zonal, que es un torneo que yo gané el año 2003, pero que no pude jugar el 2005, a pesar de que tenía que ir a defender mi título”, me cuenta. En esos años tuvo varios altercados con la anterior junta directiva de la Federación Peruana de Ajedrez, que ella prefiere no recordar. “En agosto viene el Campeonato Continental de Mujeres, que esta vez va a ser en Argentina. En el 2005, cuando fue en Guatemala, empaté en tercer lugar”.

Es inscrita a todos estos torneos por el IPD, ente responsable de solventar los gastos de inscripción, alojamiento, alimentación, visas, impuestos, etc. Suele viajar sola o acompañada de otros jugadores que también estén yendo al mismo torneo, pero afirma que lo mejor sería que el equipo viaje acompañado de un entrenador, gasto que el IPD no siempre puede solventar.

Dama estudiante

Su actual ELO es de 2199, pero espera subirlo en los próximos torneos. A pesar de su semblante tranquilo imagino que debe ser un gran esfuerzo organizar su vida entre la universidad y el ajedrez. Estudia por su cuenta con un entrenador que le ha puesto la Federación, al que ve 2 veces por semana. Aprovecha también el Club de Ajedrez de la UNMSM, donde estudia la carrera de Ciencia Política. “Hay mucho de semejante entre el ajedrez y la ciencia política, en el sentido de que puedes analizar mucho, hacer estrategias, evaluaciones. Más que como política, me gustaría analizar los hechos, los fenómenos políticos. Creo que muchos ciudadanos deberíamos actuar más como tales y preocuparnos de las cosas de la política, del país”.

El año pasado viajó a USA a jugar un torneo de chicas, organizado por Susan Pollgar, cuatro veces campeona mundial de mujeres y cinco veces medalla olímpica. Se coronó campeona del torneo rápido y quedó tercera en el general. La Universidad Técnica de Texas le ofreció una beca completa para ir a estudiar allá, posibilidad que Luciana aún está evaluando. Es que con San Marcos tiene una relación especial que no quiere perder. No sólo fue campeona del campeonato interno de ajedrez, sino que también el año 2005 fue elegida delegada de su base.

Dice que el entrenamiento ideal de un ajedrecista debería ser de 6 horas al día, pero no se atreve a confesarme cuántas es que estudia ella. Afirma que el secreto del ajedrez es ir perfeccionándose simultáneamente en cada una de las fases: apertura, medio juego y final. “Alguien que se considere fuerte”, relata, “tiene que dominar lo que es la técnica finales, pero los finales se pueden subdividir, a su vez, en varios tipos. Es una cosa amplísima. El medio juego es la parte más compleja, porque nunca va a haber una teoría, o una receta, no hay una fórmula mágica. En el medio juego es donde tienes que poner más tu creatividad para resolver los problemas que van apareciendo. Y todo esto, en realidad, es un devenir, un resultado de la apertura. Y hay muchas aperturas en ajedrez, hay tantas piezas, tantos cuadros para moverse, que cada manera de empezar eso es lo que te determina una apertura, un esquema. Entonces ahí ya tenemos un montón de cosas en cada etapa”, me explica. “Es muy importante que domines las aperturas, pero eso no te garantiza que vayas a ganar. Tu puedes conducir el medio juego maravillosamente, pero llegas a un final, y ese final te hace malograr toda la ventaja que tenías, de nada te sirve”.

Define su estilo de juego como tranquilo y estratégico. “Antes era más agresivo, más dinámico”, dice, “pero no siempre puedes ganar así. Hay momentos en que no puedes ganar como ahorcando a alguien, sino que tienes que salir con tu daga, con tu sable a ganar. Y de eso se trata también, de saber cuándo usar cada arma.”



Ve el ajedrez peruano con muy buenas perspectivas. Le emociona ver a niños de 6 años asistiendo a campeonatos panamericanos. Sonríe al contarme que Perú, como equipo, viene siendo campeón desde hace algunos años. “Eso también te da muy buena espina, te hace ver un panorama esperanzador”, me dice.

Boris Spassky dijo que “el ajedrez es como la vida”, a lo que Bobby Fisher respondió: “el ajedrez no es como la vida, es la vida misma”. Sólo Luciana entiende cuan definitorios han podido ser estos dos jugadores para su vida, y espera dejar huella en este deporte tanto como ellos. Jaque mate, Luciana.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Para qué escribo



Una no muy lejana tarde de invierno, me encontré con el Bailarín en el mesenyer. Tuvimos una de esas conversaciones virtuales en las que nos decimos cosas más trascendentales que las que nos diríamos en vivo y en directo, en las que él siempre parece tener las palabras exactas. Hablábamos de cómo a veces obran en nuestra contra las incoherencias entre nuestras caras y nuestros estados de ánimo. “Tal vez tienes que replantear tu seriedad”, me dijo, “para hacerte legible”.

Su frase se quedó dando vueltas en mi cabeza por varios días, hasta que ayer en la tarde me iluminó de nuevo. Mi papá me preguntó para qué tenía un blog. Y sin pensarlo dos veces, le dije: para hacerme más legible.

(El dibujo de la foto es de Mona, de la que pronto vendrán noticias)

jueves, 20 de septiembre de 2007

Sin título



Hace varias lunas, bastante tiempo antes de que decidiera abrir este blog, me animé a mostrarle al Poeta algunas de las cosas que había escrito. Tenía –en realidad, todavía tengo– archivadas en la computadora cosas que en su momento me gustaron mucho o me parecieron lo suficientemente significativas como para guardarlas. Pequeños ensayos, crónicas personales, uno que otro poema, todos ellos escritos sin ninguna pretensión literaria, como me gusta decir.

Animada por sus comentarios (positivos, y espero que sinceros… sino, igual me la creí todita), el Poeta se convirtió en el primero de una pequeña pero selecta lista de gente con la que empecé a compartir estos escritos. Sentarme a su lado mientras escrutaban la pantalla del word, atentos, o ver cómo se completaba la transferencia en el mesenyer luego de enviado un archivo, han sido momentos en los que me he sentido realmente vulnerable: de pronto, animada por una fuerza mayor a mí, me encontraba compartiendo con otros una parte de mi vida que nunca había compartido con nadie. Pero me liberé (y riquísimo, como bailando con El Gran Combo).

La idea de este blog tuvo bastante de su origen en las conversaciones posteriores que sostuve con estas personas luego de la revelación (asu, sonó bastante celestial). Escribir había logrado hacerme sentir bien muchas veces. Pero escuchar lo que los otros podían decir –sea lo que fuere– luego de leerme, me resultaba más reconfortante todavía.

Desde que mi vida como blogonauta empezó, cada vez que entraba a colgar algo nuevo o a hacer alguna modificación, me descubría expectante frente a la posibilidad de encontrar algún comentario. Pero las semanas iban pasando, las entradas iban creciendo, y todavía no se aparecía ninguno. Si la idea de hacer públicas las cosas que escribo era para alimentarme con los comentarios de la gente que me leía, me estaba muriendo de hambre. Algo no estaba funcionando.

Es verdad que había tenido feedback de otra manera (una amiga hizo un comentario en voz alta en medio de un almuerzo dominical de reencuentro universitario que me hizo sentirme muy halagada; otra me confesó que así como yo le ponía especial empeño a la selección de mensajes que guardaba en mi celular, ella hacía lo mismo con sus conversaciones por mesenyer; y finalmente un amigo me envío por mail una foto para que también pudiera escribir algo sobre el), pero también tenía ganas de los otros comentarios.

Anteayer almorzaba en casa de Emiliano Baca Stupida. Le contaba que había pasado más de un mes y nadie me había hecho ningún comentario, y que en vez de darle más vueltas al asunto, había decidido escribir sobre él. El título de esta entrada iba a ser “1 mes, 0 comentarios”, pero hace unos minutos, mientras escribía esto, Vic acaba de inaugurar esa cuenta. Así que ahora ese título está demás. O quizás todas estas palabras. Que más da.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Diablita del sabor


Son las 5:02 am y parece que tengo una energía que no se acaba. Había olvidado lo eléctrica que te deja chambear en la madrugada. Y es que me muero de ganas de bailar. Son casi las 5 y media de la mañana y lo único que quiero es prender la música a todo volumen y bailar.

Respirar.

Respirar otra vez.

He empezado a chambear formalmente de nuevo (o sea, con oficina, horario y todo eso). Ahora mis mañanas estarán dedicadas a la Asociación Cultural Tupac. Pero esta primera semana ha sido intensa porque hoy (o ayer viernes en la noche) ha sido la fiesta pro-fondos del Programa de Residencias, y me la he pasado chambeando toda la noche. Por eso no pude bailar cumbia. Y hasta traje mis cachitos.

Ya me tocará bailar otro día.

Quién sabe a qué hora me podré dormir. Anoche soñé con lobos. Todos los días de esta semana que se acaba he soñado cosas bien pajas. Harta música y harto color. Harta intriga también, pero eso es parte del saborcito

Lo mejor de este tipo de sueños es despertarse y gozar con la certeza de la fantasía y lo efímero de la realidad. Gozar, mirarte y respirar de nuevo.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Pequeño receso


Hasta hace un par de años, solía enfermarme con frecuencia. No es que saliera de una enfermedad para entrar a otra, pero cada vez que algo me daba, necesariamente me tumbaba a la cama y me mandaba derechito al doctor. Fuera una simple gripe o una complicada reacción alérgica, mi cuerpo parecía no poder defenderse de nada.

Mi mamá, principal compañera de todos mis males, se lamenta recurrentemente el no haber llevado un record escrito de todas mis enfermedades. Dice, además, que he sido de lo más creativa con eso. Es muy probable que pueda ordenar la historia de mi vida de acuerdo a las enfermedades que he tenido. Y eso ya es un poco preocupante.

Sin embargo, estos últimos 24 meses he gozado de una salud envidiable. Ni la gripe ni los raros viruses estomacales lograron alcanzarme. Pero, la racha saludable encontró su final a inicios de la semana pasada. Una contundente pielonefritis me mandó a la clínica por cuatro días y me tendrá recluida en casa por algunos más. Estoy advertida sobre lo largo que a veces puede ser el proceso de recuperación. Pero estoy siendo obediente y no me estoy moviendo de mi casa y estoy tomando los enormes y horribles antibióticos a sus horas y todos los días me acabo 3 litros de chancapiedra con agua de piña. Ejemplo de enferma.

En las pocas clases de manejo que tuve, me costó mucho llegar a 4ta velocidad. No encontraba un camino suficientemente largo que me permitiera pasar de 3ra a 4ta (salía a dar vueltas en el sapo de la Tía Ida, que no es que fuera el más veloz que digamos). Sin embargo, cuando lo podía hacer, me sentía poderosa y me daban ganas de que el semáforo nunca llegara, para poder quedarme en esa velocidad mucho más rato. Pero, llegaba el rojo del semáforo, había que frenar y luego con el verde, empezar en 1era otra vez, y esperar que se aparezca una pista lo suficientemente larga para llegar a 4ta de nuevo.

Yo estaba en 4ta. Y este semáforo con su enorme luz roja no me lo esperaba. Y me jode, un montón. Y ahora de nuevo a neutro pues, ni modo.

Han sido días intensos, hay que decirlo.

Me había prometido a mi misma no demorarme más de una semana en postear. Pero recién me animo a poner 1era otra vez.


P.D. Me dijeron que los riñones son la sede de los miedos o los temores no eliminados. Será?

sábado, 25 de agosto de 2007

Nuevo juguete


Me tardé mucho tiempo en tener celular. Al principio, decía públicamente que era mi manera de protestar contra el sistema. No quería sentirme ubicable para nadie. Pero finalmente, hace dos años, para mi cumpleaños, me regalaron uno. Y ya pues, caí en el vicio totalmente.

Tuve ese teléfono por casi 5 meses hasta que lo perdí por distraída. Para ese momento ya estaba totalmente familiarizada con él. Los mensajes de texto se habían vuelto mi adicción. No me demoré más de un par de días en recuperar el número y volver a tener un celular. Era igualito al anterior, sólo se podía llamar y mandar mensajes. Bueno, y también jugar Snake. Nada más. Los celulares con cámara de fotos, radio y todas esas modernidades no me interesan.

Unos meses después, a mediados del 2006, decidí cambiar de número. Un chico poco respetuoso y algo compulsivo, no dejaba de llamarme a pesar de las claras muestras que le había dado para que no lo siga haciendo. Con nuevo aparato y número en la mano, y ya sin acosadores, mi adicción se fue perfeccionando. Mi situación laboral era mejor, así que el nuevo celular vino también con una cantidad de plata al mes para gastar en los destinos que a mí se me antojaran. Felicidad pura.

Pero en febrero de este año, en plena celebración del año nuevo chino, se llevaron el celular de mis manos. Esta vez si fue un robo. Con premeditación, alevosía y ventaja. Sí pues, probablemente un domingo de carnavales en la Av. Abancay, a las 4 y media de la tarde, no era el mejor sitio para estar mandando un mensaje de texto. Pero en ese tiempo andaba en la compulsión de mensajes con Toni Cuántico (mi amigo de las nuevas tecnologías). Por suerte, la buena Lali me prestó un equipo que tenía de sobra y recuperar mi número fue mucho más barato y fácil. Lo que más pena me dio fue perder todos los mensajes de texto que tenía acumulados.

Esta semana llegó Danny de Alemania –novio de Lali, dueño del celular prestado–, así que no me quedó más que comprarme un nuevo aparato para poder devolverle el suyo. Debido al tiempo que ya llevo usando el plan tarifario que tengo, el nuevo celular me ha costado un sol. Sí, un sol. Este sigue siendo sólo un teléfono (es decir, no toma fotos, no filma videos, no se puede escuchar radio, ni bajar música, ni nada de esas cosas), pero ahora tiene pantallita a colores. Sólo tenía que poner mi chip dentro de él y listo. Pero cuando lo prendí y empecé a jugar con algunas de sus nuevas funciones, me di con la sorpresa de que en el chip sólo se guarda la información de contactos y que ningún mensaje de texto queda grabado. Nada. Bandeja de Entrada vacía. Bandeja de Elementos enviados vacía. Borradores, vacío. Todo vacío.

Voy a extrañar releer los mensajes guardados con cariño. Le había puesto mucho empeño a la selección, porque sólo podía almacenar hasta 60. Habían saludos de cumpleaños, cariño hecho texto de los que están lejos, mensajes de amor y desamor, pedidos desesperados de madrugada, hasta chistes por capítulos. Incluso, también estaban guardados esos mensajes misios que llegan a horas inapropiadas y que no respondes, pero te hacen cantar victoria. Todo eso había. Aun no descubro cuál es la capacidad de la Bandeja de Entrada en este nuevo celular. Vamos a ver con qué se llena.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Las sorpresas del invierno


Hoy he vuelto a usar mi agenda después de 2 meses y medio. Y lo he hecho con entusiasmo. Los últimos 10 años de mi vida, en cada navidad, he recibido una agenda de regalo de manos de mi padre. Se ha vuelto una de nuestras tradiciones. Empezar a usar una agenda nueva siempre me gusta, me da la sensación de tener mucho tiempo para realizar mis planes, muchas hojas en las que escribir, hasta entusiasmo por organizarme. Sin embargo, han sido muy pocas las veces en las que he usado una de principio a fin, los 365 días del año.

Pensé que mi organización de este año había llegado sólo hasta el mes de Junio. Pero siempre aparecen personas que hacen que tus planes cambien. Mis no planes, en este caso. Conocí a Fernando Cruz hace menos de dos semanas, el sábado 11 de agosto, en la casa de nuestro ahora amigo en común Javier Becerra, vecino surcano y salsero lindo. Javier celebraba sus 25 años y Tatiana lo acompañaba celebrando sus 26.

El sábado siguiente, tres días después de que la tierra tembló, Becerrita me pidió que lo acompañara a la casa de su pata Fernando. Estaban juntando algunos víveres, comida y medicinas para enviar al pueblo de El Carmen, Chincha. En el caminó me contó que tenían una especial conexión con La Familia Ballumbrosio (casi un patrimonio cultural vivo de la cultura afroperuana), a la que conocían y querían de cerca. Llegamos a casa de Fernando llevando las cosas que se habían recolectado en la casa de Javier. Las últimas noticias que se tenían ese día sobre la situación en la zona del desastre habían alterado los planes que tenían los chicos para el reparto de la ayuda. La noche transcurrió entre conversaciones telefónicas y discusiones a cerca de cómo se podía ayudar de la mejor manera posible. Esta vez no sólo hablé harto con Fernando, sino que también conocí a Melissa, su dulce cómplice en la existencia de Camilita (quién, debido a la hora, ya dormía).

Al día siguiente, ya sin Javier, regresé a la casa de Fernando y Melissa llevando las cosas que habíamos podido juntar acá en la casa. Mi mamá se afanó con las galletas integrales. Coincidí con el buen Ricky y Miriam llegando a visitarlos también. Nos quedamos buen rato conversando. Comimos torta. Hablamos de Lost. Camilita fue una delicia. Se notaba que los cuatro ya tenían toda una dinámica juntos, pero me acoplaron con la mayor naturalidad y mejor onda. Cuando ya nos íbamos, Fernando me abordó rápida y concretamente (el día anterior habíamos hablado un poco de nuestras chambas, de lo que nos gustaba hacer, de los proyectos que teníamos, pero nunca taanto…): me contó que junto a otros amigos ha formando una banda, Son((o))nuna, me entregó un CD y me dijo que los escuchara, porque estaba interesado en proponerme que hiciera el manchment. Realmente, era una propuesta que no me esperaba. Le recibí el CD, intercambiamos teléfonos, y me fui con la promesa verbal de que me llamaría para conversar.

Hoy es miércoles y Fernando se ha ido hace algunas horas de mi casa. Entre el domingo en la noche y hoy en la mañana he escuchado el disco como 10 veces. Y me ha gustado mucho. Y me he imaginado muchas cosas. Hemos hablado largo y tendido y hemos coincidido, entre muchas otras cosas, en que lo que nos ha animado a tomarnos en serio esta propuesta (inesperada y, sobretodo, no basada sobre ningún conocimiento profesional mutuo) ha sido la buena onda que ambos hemos sentido al conocernos.

El domingo pasado, en medio de la magia de una sopa poc paw de un mediodía de invierno, Milagros Quintana, mi otra mamita, me recordaba la importancia de nuestros instintos. Y me decía cómo a veces dejarse llevar por ellos era lo más sabio que se podía hacer. Hoy he decidido que lo intento de nuevo. Vamos a ver a dónde me llevan esta vez.

viernes, 17 de agosto de 2007

Mis amigos los artistas

Hace algunas semanas, mi mamá me despertó bastante temprano para leerme un párrafo de su libro de cabecera por excelencia de estos últimos años, The Artist Way. Para ser totalmente sinceros, a mi el librito no me parece más que otro libro de autoayuda de los miles que han inundado el mercado editorial en los últimos años, pero mi mamá insiste en convencerme sobre su validez como guía metodológica para trabajar sobre (o con) el proceso creativo de uno mismo, de la gente. En fin.

Bueno, el punto es que estaba emocionada porque ME había encontrado en su libro. Según ella, yo era un shadow artist (creo que la traducción correcta sería “artista en la sombra”). El libro describía a este tipo de personas como artistas que no sabían que lo eran o que, en todo caso, aún no habían descubierto que lo eran. Decía también que solían rodearse de artistas todo el tiempo, los hacían parte de su círculo de amigos (creo que hasta mencionaba la posibilidad de matriomonio, por Dios!) y que usualmente solían convertirse en managers o productores de artistas, rasgo claro de sus ganas de proyectar su deseo de creación. Esa eres tu Illari, esa eres tu!, chillaba mi mamá contenta por su descubrimiento, a muy temprana hora para mi gusto. Me reí, le sonreí, me di una vuelta sobre mi almohada y traté de volver a mi sueño. Pero fue imposible.

La idea ha quedado dando vueltas en mi cabeza hasta estos días, así que hoy he decido hablar de mis amigos los artistas.

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Lorena y Cuídate de la AUTO-destrucción



A inicios de este año fui invitada por Lorena Peña, pujante actriz y próxima cantante, al Laboratorio Experimental con el que quería empezar el trabajo de su Proyecto Final, “Cuídate de la AUTO-destrucción”. Desde que me comentó la temática sobre la que trataría, sabía que se vendría una chamba fuerte, por lo intensa emocionalmente que sería. Lorena está trabajando sobre el accidente automovilístico que sufrió hace algunos años y que nos dejó muy conmocionados a todos. Luego de un largo proceso de recuperación, que implicó varias operaciones y una rehabilitación que significó volver a aprender a caminar, creo que Lorena no es capaz de imaginarse su vida como artista sin dejar de hablar de esa etapa de su vida.

Era la única no escénica/no bailarina a la que Lorena había convocado y al principio pensé que era para que la apoye en la chamba de producción. Recuerdo que llegué tarde a la primera reunión en el Galpón (Estudio/taller de varios buenos amigos en el inolvidable Pueblo Libre). Ese día había logrado que por fin Toni me pagará una apuesta que me debía hace tiempo, así que no sólo llegaba tarde sino con la panza llena y encima, vestida no apropiadamente: unos jeans y unas chancletas (era verano todavía) revelaban mi usual trapera desfachatez. Luego de un rato de conversa sobre nuestras expectativas con el taller y otras cosas más, Lorena nos miró a los ojos y dijo: “bueno empecemos a trabajar”. Todos se sacaron los zapatos y yo, para no sentirme desubicada, los seguí. Quince minutos más tarde, con el jean remangado y ya sin chancletas, me vi corriendo y saltando por todo el Galpón, haciendo ejercicios de presencia, equilibrio y movimiento. Y divirtiéndome a más no poder.

No asistí tanto al Laboratorio como me hubiera gustado. Luego, dejé de ir. Las clases, las chambas y también los desganos, hicieron que poco a poco fuera desapareciendo, sin siquiera una explicación a Lorena de por medio. Meses después de mi abandono, una noche de juerga y chelas como esas que tenemos a veces, me senté a conversar con Lorena y le pedí disculpas por mi inconstancia. Lo me soltó una de sus enormes sonrisas como única respuesta, y dimos por concluido el asunto.

Pero la semana pasada nos vimos de nuevo, para disfrutar de placeres más mundanos, y Lo volvió a sorprenderme con una propuesta. Me pidió que la ayudara en la perfo que montará este sábado, junto a otras performeras más (Sara Paredes, Diana Collazos, Tatiana Fuentes, Liliana Albornoz y Amapola Prada), para la gente del Instituto Hemisférico de la NYU, que como todos los años, ha venido a recibir un taller de un mes con el Grupo Cultural Yuyachkani (qué maestros!). Si bien el Proyecto de Lorena todavía está en su etapa de creación, esta experiencia le servirá para confrontar con el público parte del material avanzado. Y, según lo poco que me ha explicado, esta vez tendrá a cuatro enfermeros/ayudantes en escena. Ahora quiero que actúes, sentenció. Y, por supuesto, no dudé en decirle que sí.

El otro Jorge



Anteayer, día de temblores, acompañé por segunda vez a mi buen amigo Jorge Ochoa en sus incursiones callejeras. Jorge, vecino surcano, pero también fotógrafo profesional, se encuentra trabajando una serie de retratos bastante peculiar, que giran en torno a la otredad. Me lanzaría con todo el rollo teórico sobre sus fotos, pero creo que va a ser demasiado adelanto. Mejor esperen a verla cuando esté terminada. Pero bueno, el punto es que anteayer lo acompañé de nuevo. Esta vez el equipo de asistentes-ayudantes-técnicos-amigos era más grande. Éramos cuatro en total y caminábamos llamativa y aparatosamente: trípode, cámara de video, cámara de fotos y demás enseres, nos hacían un punto fácil de visión entre la gente.

Nos demoramos alrededor de cuatro horas en tomar seis fotos y en grabar tres videos. Para no llamar tanto la atención, decidí sentarme en un café mientras se grababa el primer video. El Pastipan de El Trigal me ofrecía una deliciosa variedad de postres con los que entretener mi tiempo (20 puntos con la torta de chocolate y la empanada de lomo), y además, un espacio adecuado en el que colocar todos los materiales que en ese momento no se estaban utilizando, así que hacia ahí me dirigí.

Para el segundo video nos fuimos hacia el Óvalo Higuereta, donde busqué un nuevo lugar para pasar desapercibida, y me fui a ver ropa (Talía, ya desapareció la tienda de polos lindos y baratos… y ahora que haremos?!). Sin embargo, esta vez volví rápidamente –no tenía plata, y la verdad, es que la ropa no estaba muy bonita–, y me coloqué junto con los demás. Jorge me había estado escrutando con los ojos y luego se acercó a comentarme que me sentía aburrida, y la verdad, su comentario me descuadró un poco. Más equivocado no podía estar. No hay nada más reconfortante que saberte entre gente que te quiere bien y que está dispuesta a ayudarte en tus proyectos personales. Y no hay nada más energizante que sentirte parte de eso. Así que aquí me tienes, esperando ansiosa la siguiente convocatoria.

Tatiana y Mejorándola raza



Mi historia con Tatiana, la perfomera radical por excelencia, es un poco más antigua. Trabajamos juntas en junio del año 2006. Ella estaba llevando Proyecto y necesitaba apoyo en la producción. Cuando recién me habló de sus ideas, todavía estaban en proceso. Ella misma no sabía bien qué dirección iba a tomar todo. Pero Tati tiene su propio vuelo. Y así, con todo su punche, fue que salió mejorandola raza y cuatro lindas funciones en la casa TUPAC.

La temporada de espectáculo es la que más me emociona. Los nervios de la gente, sus cuestionamientos constantes, su exigencia personal para que las cosas salgan bien hechas. Pero también me alimenta su energía. Es riquísimo. Siempre sentí que haciendo producción podía (hasta tenía el derecho un poquito) adueñarme de los trabajos de los demás y sentirlos en parte míos. Lo mejor de esa chamba fueron los lindos amigos que se hicieron y la maravillosa relación que tengo con Tatiana ahora.

Meses después nos ofrecieron llevar el espectáculo a la Casa Yuyachkani y ahí también tuvimos una experiencia reconfortante. Tanto, que ahora mi linda Tat, se está yendo dos meses de viaje a España y tendrá la oportunidad de presentar su trabajo allá. Y yo siento que me iré un poquito con ella.

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¿Qué hubiera sido de mi vida estos 24 meses sin mis amigos invitándome a ser parte de sus proyectos, de sus vidas? La verdad es que no lo sé. Pero hay algo de lo que sí estoy segura. Durante este tiempo, he tenido el placer de conocerme a mi misma de manera distinta: más entregada, más vulnerable, más mandada, más feliz. Y todos ustedes son los culpables. Sí pues, así me quieren mis amigos artistas. Y así yo los quiero a ellos.

No puedo faltar a la verdad y debo reconocer que tendría que mencionar a varios amigos más en este pequeño sumario. Pero como sé que esto continuará por mucho tiempo, ya habrá momento de hablar de cada historia, de cada proyecto, de cada celebración. Y de todo lo vivido en medio. Así que, adelante, a seguir viviendo.

sábado, 11 de agosto de 2007

Tirando cintura


Siempre es difícil empezar a hacer, sobre todo cuando tu empresa es arriesgada y costosa: te arriesgas porque te expones y te cuesta porque es complicado ordenarte, dedicarte y sacar lo de adentro. Pero este hacer ahora se ha tornado decisivo, casi, casi, en una necesidad.

Este ha sido un año complicado. Los que me conocen y me quieren bien, dirán que hace tiempo ando con el mismo cuento, que hace dos años que estoy así, que lo que tengo es puro desgano y flojera de enfrentarme a la vida, y probablemente (también) estarían en lo cierto. pero a veces –sólo a veces– esta explicación puede quedarse en lo simple y no dejarte ir más allá. Y no permitirte, por ejemplo, descubrir que lo que le falta a tu vida es encontrar algo que te apasione, algo que te haga feliz.

Más allá de todo, la situación ahora es clarísima: tengo 25 años, vivo aún en la casa de mi madre, ya no voy al estadio todos los fines de semana (cosa que solía alegrarme bastante), no tengo trabajo y los ahorros se van diluyendo, no tengo novio y, la cereza del helado, no podré aún terminar la universidad. Perfecta coronación para dos años de mierda (Acotación: ver la situación así, escrita y descrita, ya no provoca tantos escalofríos como tenerla dando vueltas en la cabeza. Es que la palabra hablada -o escrita, da igual-, desde su composición, ya está ahí, afuera tuyo. Y por lo tanto, se convierte en real. Así que sólo toca asumirla. Y empezar a enfrentarla, lo más alegre y elegantemente posible).

Son pocos los que conocen el detalle de cómo he llegado aquí. Ya tendré tiempo para sentarme y contarles qué es lo que me ha pasado. Por el momento, sólo puedo decir que me es muy difícil describir esta sensación. Yo suelo tener problemas con eso. Con la descripción de las sensaciones. A veces me siento ‘puaj’ (Roberto, después de muchas lunas, ya entendió que significa eso), otras veces estoy ‘ahí’, y otras sólo ‘estoy’. Hace meses, para el curso de Periodismo Deportivo, con el adorable Renato Cisneros, el famosísimo busconovia, tuve como tarea constante la lectura de diarios deportivos. Y encontré que una frase se repetía en varias notas y logró llamar mi atención: tirando cintura. Buscando el significado de esa frase en Google, encontré una página que decía: “En el Perú se usa cuando nos referimos a que algo quedó inconcluso, sin terminar".

Sin embargo, yo sólo podía imaginarme como un jugador de fútbol: me veía sudando sobre el lateral derecho, tratando de detener a Messi luego de una de esas corridas diagonales con las que sube al área rival. Y finalmente me veía caída en el suelo, luego de que “La Pulga” me engañara, y terminara cambiando de pie para ejecutar un estupendo y efectivo remate. Golazo. Si pues, siento que la vida, así como Messi, me ha dejado tirando cintura. Lo único que me queda es enfrentar la situación: pararme del suelo, limpiarme el uniforme, ver a Messi reir festejando el haber anotado, levantar la cabeza y prepararme para la próxima jugada. Para quitarle la pelota la próxima vez que se acerque. Llevarla hasta la cancha contraria. Y si puedo, meter un gol.

El Poeta me decía hace unos meses que andaba buscando comienzos. Eso me hizo pensar en que lo que yo buscaba eran finales. Me fui a visitar a la Virgen del Carmen, en Paucartambo hace casi un mes y encontré mi final (pero es una historia que merece otro momento). Y este, ahora, es mi comienzo.